La producción industrial del queso no implica una pérdida de calidad, sino que asegura unos procesos eficientes que cumplen con exigentes estándares. Esto, para el consumidor, supone poder acceder a grandes quesos a precios ajustados, contar con una gran variedad de tipos y marcas de queso distribuídas en todas las superficies comerciales. El queso industrial presenta la ventaja de un sabor y características estables, sin que circunstancias climatológicas o ambientales pueden interferir en él.